Llueve. La tarde es una
hoja de niebla. Llueve.
La tarde está mojada
de tu misma tristeza.
A veces viene el aire
con su canción. A veces
Siento el alma apretada
contra tu voz ausente.
hoja de niebla. Llueve.
La tarde está mojada
de tu misma tristeza.
A veces viene el aire
con su canción. A veces
Siento el alma apretada
contra tu voz ausente.
-Gabriel García Márquez
“Sólo vine a hablar por teléfono”
Nuestra vida será una inconstante, pero los caminos por los que nos lleva el destino lo son aún más, pues bien, el día de hoy quiero compartir contigo un cuento escrito por uno de los autores más reconocidos de Latinoamérica: Gabriel García Márquez. Tal vez habrás oído de él por algunos títulos como Cien años de soledad, El amor en los tiempos de cólera, entre otros tantos; sin embargo, en su obra Doce cuentos peregrinos hay uno que en particular llamó mi atención y quedó en mi memoria desde las primeras líneas.
"Sólo vine a hablar por teléfono" nos cuenta la historia de una mujer mexicana de veintisiete años que lleva por nombre María de la Luz Cervantes y que vive en Barcelona con su pareja. Una tarde de lluvia mientras regresaba de ver a unos parientes en Zaragoza, el auto que alquiló para dicho viaje se descompone y no tiene cómo hablarle a su "esposo" para decirle que llegará tarde a los eventos que tenían programados para ese día. "Saturno" era el sobrenombre de la pareja de María y sólo se dedicaba a hacer actos de magia en algunas fiestas.
Pasaron varios minutos sin que ningún autobús quisiera recoger a María, hasta que uno lo hizo pero advirtió que no iba muy lejos, a esto ella respondió que no importaba, pues lo único que necesitaba era un teléfono. Una mujer que iba a lado del conductor le ofreció una manta para que se secara un poco. María observó unos minutos y se percató que ahí iban varias mujeres cubiertas con un tipo de manta igual a la de ella. Este aspecto no le pareció tan importante así que esperó a que llegaran a su destino para poder comunicarse con Saturno.
El autobús se detuvo frente al patio de un enorme edificio. María se percató de que todas las mujeres bajaban del autobús en una fila india y se dirigían hacia el interior de dicho edificio. Una mujer que había sido su compañera en aquel corto viaje le dijo que fuera a la caseta de vigilancia y que desde ahí podría hablar por teléfono, pero no pudo hacerlo ya que una mujer de aspecto militar la abordó y con un gran grito le prohibió seguir caminando. María no tuvo más opción que parar y responder que sólo necesitaba hablar por teléfono.
Más tarde, una vez adentro, se dio cuenta que estaba en un lugar al que no pertenecía: el manicomio. Todas las mujeres que iban con ella en el autobús llevaban inscrito el nombre, lugar de procedencia y edad de cada una, así como las razones por las cuales estaban ahí. Cuando la encargada del lugar llegó con María se dio cuenta que ella no llevaba nada de eso, pero no le importó y la mandó con el médico que estaba como director. Al llegar al consultorio, María no pudo más y soltó el nudo que tenía en la garganta, le explicó cuantas veces fueron necesarias al médico que sólo iba a hablar por teléfono, que su sitio no era ahí y que todo era un malentendido. El médico no dijo nada más, supuso que sí era una demente más y que su mal radicaba en querer hablar por teléfono.
Por su parte, Saturno empezó a preocuparse por su tardanza, tuvo que suspender una función ya que no se encontraba en condiciones para hacerlo. Pero después de tantas horas de no saber nada de ella sólo le quedó pensar y suponer que se había ido como tantas otras veces con algún hombre.
María sentía el infierno en ese lugar, pues era acosada por una de las vigilantes, la cual le prometía lo que ella quisiera si le permitía ciertas atribuciones sexuales. Esta idea le parecía a María una aberración, sin embargo tuvo que dejarla a una lado cuando ya no pudo más con el encierro y el destino que había abordado esa tarde de lluvia; se presentó con la vigilante a cambio de que fuera hasta donde Saturno y le dijera dónde estaba.
la vigilante cumplió con su parte del trato y al día siguiente Saturno frente al médico pidiéndole hablar con María. El médico permitió el encuentro, María pidió con tanto anhelo que la sacaran de ahí pero todo esfuerzo fue en vano, Saturno le dijo que para que su salud mejorara era preciso que se quedara unos días más ahí. A partir de esto, María ya no intentó nada y se resignó a su estancia en ese lugar.
Un par de días después Saturno llevó hasta ese lugar uno de sus shows para alegrar un poco a María. Todas las internas asistieron menos ella. Él sintió en lo más profundo de su ser la evasiva por parte de María y se marchó. Se supo que no tardó en casarse de verdad con alguna mujer que conoció, pero no sin antes encargar a María con una novia que tuvo antes y a la que le pidió que siempre le llevara los cigarrillos que le tanto le gustaban y cuidara del gato que tenían.
El lugar fue demolido y sólo quedaron algunos restos. Hay quienes decían que a María se le había visto un poco pasada de peso, al fin contenta con la paz de aquel encierro y sobre todo, algo más lúcida.
Ahora bien, en este momento quisiera dejar a tu criterio la siguiente cuestión: ¿cuál es el destino que has abordado por sólo querer hablar por teléfono?
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